miércoles, 9 de septiembre de 2009

speakers corner

El activista antibélico Brian How ganó una acción judicial que le permite protestar frente al parlamento británico. Este cuerpo legislativo había dictado una ley prohibiendo protestar en sus inmediaciones con la solapada intención de que precisamente ésta persona dejara de hacerlo como lo hacía desde hace algunos años. La justicia le dio la razón por entender que tenía derecho ya adquirido en atención a que venia haciéndolo desde antes de la ley. Hoy el Sr. How es una atracción turística.
Parecida es la historia de la esquina de los habladores (“speakers corner”) en la cual se junta la gente a decir lo que se le antoja contra quien se le antoja sin reprimenda alguna por parte de las autoridades. En el siglo xix hubo una serie de incidentes en el Hyde Park de Londres que la autoridad prohibió a la vez que les circunscribìa a los manifestantes un àrea para tales fines, una esquinita de dicho parque, con lo cual nació esta interesante costumbre de ir a dicho place a ver de que se está hablando y contra quien, puede ser contra la reina, contra el primer ministro, o a favor de Bin Laden, sin que nadie te detenga.
De alguna manera este blog intenta ser como la esquina de los habladores, y cada humanoide que nos visite y deje sus comentarios puede ser como Brian How.

6 comentarios:

  1. Hola Andrés, y muchas gracias por compartirlo.- Me ha gustado tu generosa invitación con la reflexion sobre Londres y la libertad de expresión.¡Muy bien!..¡Ah!.. se ha colado un duendecillo de internet que te ha dejado un error en el apellido, How en lugar de Haw. Y en cuanto a la esquina del Hyde Park, te diré que además tienen un pequeño cajoncillo de madera en el que se suben el orador para poder hablar mal de la monarquía, porque hay una legislación muy antigua que prohibe hablar mal de la corona sobre el suelo de Inglaterra.- Una abrazo Yonecko

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  2. Una de las cosas más tristes de la humanidad (no uso mayúsculas para esta palabra) actual es la completa indiferencia que siente hacia la Naturaleza. Una gran parte de culpa la tiene el giliecologismo de malabares y pelos rastas con el que los niños de papá aburridos matan el tiempo a la espera de acabar sus giliestudios ¿superiores? y pasar a engrosar las filas de una multinacional de las que tanto critican. Son gente patética, sin personalidad, que al verse incapaces de hacer algo útil en la vida tratan de justificar su vulgaridad quejándose del sistema (sin comprenderlo) y adorando a becerros de hojalata como Bono o Manu Chao que les dicen cómo vestir, qué música tienen que oir, adónde ir de vacaciones y donde comprar unos bongos artesanales fabricados con cáñamo jamaicano para ser más multiculturales y solidarios.
    Yo soy un urbanita irredento, y no sé hasta donde estaría dispuesto a sacrificarme por el bien del mundo. Pero los Estados son incongruentes, y los gobiernos y las empresas suelen ir de la mano. Deberíamos intentar hacer lo mejor, pero… en fin, que además hay mucha tontería en el mundo. Yo no creo que deberíamos irnos todos a vivir al campo y esas cosas, pero desde luego podemos hacerlo mejor.

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  3. Aparentemente, parte de Hyde Park se utilizaba para el debate desde el siglo XVIII, pero su época definitoria comenzó a mediados del XIX.

    El domingo 24 de junio de 1855 hubo allí una gran manifestación contra una ley que regulaba las actividades comerciales dominicales, la "Sunday Trading Bill", impulsada por la Iglesia y que afectaba principalmente a los pobres.

    "Fuimos testigos del acontecimiento de principio a fin y creemos que podemos declarar, sin exagerar, que ayer comenzó en Hyde Park la revolución inglesa", escribió, exagerando, el corresponsal del periódico alemán Neue Oder-Zeitung, Carlos Marx (el subrayado es suyo).
    A pesar de que la única revolución inglesa que progresó y cambió al mundo fue la industrial, las manifestaciones continuaron cada domingo.

    No sólo Marx
    En 1872, el Parlamento cedió ante las presiones de la población y dictó una ley en la que reconocía a Speakers' Corner como un lugar para el debate público.

    Desde entonces, miles de personas han expresado allí su disconformidad y han luchado por sus derechos. Uno de los asiduos visitantes a principios del siglo XX era un joven ruso que, según las memorias de su esposa, trataba de mejorar su inglés escuchando a un ateísta que "parado en medio de un grupo de curiosos oyentes, demostraba que Dios no existía".
    Ese joven, un tal Vladimir Ilich, parece que luego sí hizo una revolución.

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  4. Un siglo después, el martes 11 de septiembre de 2001, yo estaba en un pequeño mercado de la isla griega de Mykonos cuando vi por televisión como dos aviones impactaban contra las torres gemelas de Nueva York.

    El domingo regresé a Londres y fui desde el aeropuerto directamente a la estación de Marble Arch, situada a pocos pasos de Speakers' Corner. En el centro de la zona de debates, un joven sostenía en silencio una bandera de Estados Unidos, mientras que los que lo rodeaban criticaban la política exterior de Washington y lo desafiaban a que hablara.
    El chico no dijo ni una sola palabra, pero estuvo varias horas allí, con su bandera en alto.

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  5. Con frecuencia el lugar está lleno de predicadores, con sus biblias en la mano y sus incesantes amenazas de condenación eterna. Hace unos días escuché a uno que predicaba nada menos que en ruso, mientras que una mujer lo traducía simultáneamente al inglés, a una velocidad de intérprete de la ONU. "Qué va, a ese ritmo uno no puede mejorar ni el ruso ni el inglés...y mucho menos llegar a hacer una revolución", pensé. "Miédlennie, tavárischi" ("Más despacio, compañeros"), les rogué, pero no me hicieron caso.

    Noticias de secuestros
    Otras veces son los locos los que dominan la agenda, con noticias de secuestros por extraterrestres o teorías de conspiración contra cualquier institución que les venga en ganas.

    O los turistas, que imitan a cualquiera de los anteriores o aportan perlas de su propia inspiración. Este espíritu circense puede resultar muy divertido y muchas personas van exclusivamente a participar en esta especie de teatro callejero gratuito. Esto también es recomendable debido a lo caro que es todo en Londres.

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  6. A todos los argentinos les haría bien emigrar por un rato… Se me ocurre, pensando en tantas actitudes que noto de mis compatriotas… Y no quiero decir con esto que sean –seamos- mala gente. Pero noto tantas facetas que podrían mejorar si todos pasáramos por la experiencia de la emigración, aunque sea por un instante, y tomarlo no como un sufrimiento, un desgarro y un canto a la nostalgia sino como una experiencia de crecimiento como seres humanos.

    Vivir en un país que no es el propio, no hablar el idioma, verse en figuritas para insertarse socialmente –no digo laboralmente porque esa experiencia lamentablemente también existe en Argentina-. No dar por sentado que nos merecemos esto y mucho más… adquirir un poco de modestia y saber esperar el turno del otro – en todo sentido-

    Creo que tenemos cualidades invalorables como seres humanos, pero tal vez si las puliéramos un poquito con una dosis de emigración podríamos darnos cuenta que no somos el centro del planeta, ni los mejores del mundo… “Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo… “ decía Benedetti. Yo sigo queriendo ser argentina de todo corazón, y también quiero querer un poco a todos los demás…

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