viernes, 26 de junio de 2009

El mito del eterno retorno

Heráclito o Parmenides, ¿Quién tenia razón? ¿Es todo sólo un fluir o es estático? Platón, al respecto encuentra la solución en el justo medio, adelantándose a Aristóteles quien luego entenderá que la virtud reside precisamente allí, y sostiene que todo deviene pero retorna eternamente en la medida que existe una esencia inalterable que habita en el mundo de las ideas. Es decir, todo fluiría pero alrededor de una esencia, entiendo yo que quiso decir. Y tiene razón, me explico: un amigo mío, más estructurado y solemne que un granadero en la casa rosada, se mamó en una reunión, se puso contento y en un momento de éxtasis habló de más, dijo verdades que nadie se anima a decir, y al otro día se arrepintió. Fluyó, devino, retornó , pero sin abandonar nunca su platónica esencia de ser un boludo…

Consumismo y control

"El servicio de venta se ha convertido en el centro o el ‘alma’ de la empresa. Se nos enseña que las empresas tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica del mundo. El marketing es ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado. Es cierto que el capitalismo ha guardado como constante la extrema miseria de tres cuartas partes de la humanidad: demasiado pobres para la deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras, sino también con las explosiones de villas-miseria y guetosGilles Deleuze

Año dos mil quinientos...

Año dos mil quinientos: en la Antártida se habla chinglish. En el resto del planeta el calor y la humedad sólo permitió la supervivencia de insectos y algunos saurios...

lunes, 22 de junio de 2009

Fatuidad

"Cuando estaba gastando ya las suelas de mis botas hasta ser una simple lengua de caucho sobre las viejas aceras de baldosas del Barrio Francés, en mi febril empeño de ganarme la vida en una sociedad despreocupada e indiferente, me saludó un apreciado y viejo conocido (invertido). Tras unos minutos de conversación, en la que yo dejé demostrada fácilmente mi superioridad moral sobre aquel degenerado, me quedé cavilando una vez más sobre la crisis de nuestra época. Mi inteligencia, indomable y exuberante como siempre, me susurró un plan tan majestuoso y audaz que me estremecí ante la idea misma de lo que estaba oyendo. “¡Alto!”, grité implorante a mi divina inteligencia. “!Esto es locura!” . Pero, aun así, escuché el consejo de mi cerebro. Se me ofrecía la oportunidad de Salvar al Mundo a Través de la Degeneración. Allí, en las piedras gastadas del Barrio Francés, solicité la ayuda de aquella marchita flor de ser humano, pidiéndole que reuniese a sus compañeros de fatuidad bajo la bandera de la fraternidad".
(“La conjura de los necios” John Kennedy Toole -Monólogo interior de Ignatius-),

Los negros

"... si fuera negro, mi madre no me presionaría para que encontrara un trabajo bueno, pues no habría ningún trabajo bueno a mi disposición. Y además mi madre, una vieja negra agotada, estaría demasiado abatida por años de duro trabajo como doméstica para salir a jugar a los bolos de noche. Ella y yo viviríamos muy agradablemente en alguna choza mohosa de los suburbios, en un estado de paz sin ambiciones, comprendiendo satisfechos que no se nos quería, y que luchar y esforzarse no tenía sentido". (John Kennedy Toole "La conjura de los necios")

miércoles, 17 de junio de 2009

inversores imperialistas

mi amigo Gotiasan, el director editorial del blog Voxpopuli, se pregunta porque los argentinos no podemos circular libremente por el sur siendo que hay ciertos alambrados que nos indica propiedad privada y para colmo extranjera. Creo que Gotiasan sabe la respuesta, y es una mera pregunta retórica. Una norma de la lógica aconseja no responder dicho tipo de preguntas porque responderlas es convalidarlas", pero de todas maneras lo voy a hacer: los argentinos no valoramos lo nuestro hasta que no viene alguien de afuera y lo valora, o lo compra y le hace mejoras, recién allí advertimos su importancia y potencial (potencial ya potenciado por este inversor imperialista) y es entonces cuando nos empezamos a desgarrar las vestiduras por nuestros paisajes, pero si advertimos que habiendo tantos otros paisajes bellísimos en nuestro país que todavía permanecen vírgenes y no nos agraviamos porque no podamos circular por allí, eso me da de pensar (voto en disidencia) que lo que queremos recuperar de esos paisajes del sur no son los paisajes sino sus mejoras.

miércoles, 3 de junio de 2009

TRES TRISTES TROSKOS:

La revolución es un concepto estético, es hora de decirlo. Nadie quiere realmente lograrla, nos gusta ser revolucionarios mientras tanto, leer Galeano (o escucharlo ya que habla tan bien), los discursos de Castro, la remerita del Che, desgarrarnos las vestiduras por los pobres o por los pueblos originarios, asombrar a las chicas con nuestra postura radical, que se yo, es tan lindo ser así… En el primer mundo lo bello, es entregar panfletos en las fábricas, y después comerse uno de esos estofados que solo los obreros saben comer, gente sin colesterol, se cree. Aquí, en el tercer mundo, hay que ir a las facultades si queremos un standard parecido. Me encanta toda esa cosa “mayo francés” que se vive en nuestras universidades estatales. De la revolución punk, ni hablar, pura estética nihilista. “Anarquía en Reino Unido” cantaban los Pistols, quienes vivían con sus mamás y el manager les curró toda la guita porque era dueño del nombre, del arte de tapa y les había hecho firmar la cesión de las regalías. “Todo preso es político”, cantaba Solari, quien ahora vive en una quinta y tiene una escopeta, por la dudas que le quieran robar (“presos de la propiedad” también cantaba en un CD que se consigue en Walmart). El capitalismo, falto de ideas, mientras tanto avanza con la lenta convicción de un barco trasatlántico, sin imaginación pero que se alimenta de las ideas de sus siempre creativos detractores.